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Con este libro el autor refuta las falacias del bautismo de sangre y el
bautismo de deseo, así como la salvación por ignorancia invencible,
defendiendo el dogma de la predestinación católica tal como lo enseñó
San Agustín de Hipona. Este libro refuta las falacias doctrinarias de la
secta raulmiguelista, así como otras sectas similares que defienden lo
aberrante del "bautismo" de deseo; defendiendo entonces el verdadero
dogma católico, en estos tiempos difíciles donde la Santa Sede está
vacante desde 1958, tras el fallecimiento de Pío XII.
PRÓLOGO.
Sin
lugar a dudas, actualmente los cristianos vivimos en una época muy dificultosa,
en tiempos realmente nefastos, donde las divisiones y las confusiones abundan; ello
por culpa de la apostasía generada por el falso Concilio Vaticano II
(1962-1965) y el anterior golpe de Estado en el Vaticano de 1958. “¿Golpe de
Estado en el Vaticano?”, se preguntarán algunos lectores absortos al ver tal
afirmación, y la respuesta es un rotundo SÍ; lo que ha sucedido en la Iglesia
católica en estas últimas décadas, nunca antes en la historia se había dado con
tal magnitud; sí hubieron tiempos en que la Santa Sede ya había estado vacante,
pero nunca por más de cincuenta y ocho años. Realmente lo que ahora está
ocurriendo es impresionante y todo indica que estamos viviendo en tiempos
apocalípticos, y lamentablemente millones de personas en el mundo viven
engañadas, creyendo que siguen a la Iglesia católica, cuando en realidad están
siguiendo a la Iglesia Conciliar del Vaticano II, que fue precisamente fundada
luego de la muerte del último Papa válido y visible de la Santa Madre Iglesia:
Pío XII, y que fue inaugurada por un Cónclave con resultado inválido, donde
Angelo Giuseppe Roncalli (un masón con sangre judía), fue elegido como “Papa”, pero
no canónicamente y por ende, un Antipapa (reclamante del Papado) o más bien, un
Pseudo-Papa o usurpador del Papado.
Por
eso, sin lugar a dudas, en Roma ya no se encuentra la Santa Sede de la Iglesia;
allí no está más la Iglesia de Cristo, sino que la Iglesia Católica permanece
sobreviviendo en las “catacumbas”, o sea, en el rebaño de fieles cristianos
auténticos, dispersos por todo el mundo, habiendo en realidad muy pocos
sacerdotes realmente católicos. Peor que en los tiempos del arrianismo, hoy, la
mayoría de los sacerdotes (y muchos de ellos, pseudo-sacerdotes, ya que el
nuevo rito de consagración sacerdotal es inválido, como todo el Novus Ordo
Missae) no son católicos; pero incluso, muchos sacerdotes que supuestamente se
identifican como “de la resistencia”, son en verdad fariseos, herejes
modernistas y pelagianos (o semi-pelagianos) que siguen doctrinas falsas y
niegan el dogma “fuera de la Iglesia no
hay salvación”.
En
este tratado apologético voy a refutar la herejía modernista-pelagiana, inclusive
la de los fariseos, herejes y cismáticos de la F.S.S.P.X (Fraternidad
Sacerdotal San Pío X) y organizaciones similares, que afirman que puede existir
salvación fuera de la Iglesia católica, a través de bautismos ficticios o
falsos, que son el llamado “bautismo de deseo” y el llamado “bautismo de
sangre”, o incluso que los infieles se pueden salvar a través de la denominada
“ignorancia invencible”. Esas tres grandes herejías, no son más que la negación
del dogma católico “extra Ecclesiam nulla
salus” (en latín) o sea, “fuera de la
Iglesia no hay salvación”. Y así entonces, esos farsantes de la F.S.S.P.X y
organizaciones pseudo-católicas y pseudo-conservadoras similares, al final
terminan siendo iguales a los modernistas a los cuales afirman combatir,
adhiriendo todos al denominado “Lumen
Gentium” del Vaticano II, y al “Protocolo
122/49” (o “Suprema haec sacra”),
donde en resumidas cuentas, se niega el dogma “fuera de la Iglesia no hay salvación”; así que tanto los
conciliaristas, como los lefebvristas y demás pseudo-tradicionalistas, todos
son herejes, que no están dentro de la Santa Madre Iglesia, porque la Iglesia
tiene su puerta de entrada que es el bautismo, lo único que nos puede liberar
del pecado original.
Además
todo este asunto del dogma “fuera de la
Iglesia no hay salvación”, que los herejes niegan y reniegan, está
íntimamente ligado a la doctrina de la predestinación y a la doctrina de la
Gracia, ya que Dios ya sabe quiénes se van a salvar y quiénes no, en virtud de
la omnisciencia de Dios. Por eso es que yo voy a refutar con este humilde tratado
a todos estos pestilentes y malvados herejes, con una serie de artículos
apologéticos publicados en el Foro V Suis, respaldándome obviamente en la Santa
Biblia y en el Magisterio infalible de la Santa Madre Iglesia Católica, fuera
de la cual creo firmemente que nadie puede salvarse.