jueves, 28 de noviembre de 2019

"Panarquía: la cósmica solución final", recopilado por Esteban Quito.


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Por Esteban Quito. 
A través de siete capítulos articulares veremos en este librillo, qué es la panarquía, para qué sirve y quién fue su creador, así como sus principales impulsores.
Todo comenzó con el botánico y economista belga Paul de Puydt, pero poseyó sus predecesores libertarios, y tuvo luego sus sucesores ideológicos, que sostuvieron, difundieron y mejoraron la idea de la panarquía, una forma de gobierno para todo el mundo, para toda la Tierra Cero, y posiblemente para todo el Cosmos, ya que la panarquía es precisamente la forma de gobierno en que reúne todas las formas de gobierno, de desgobierno y de no-gobierno existentes y posibles, en un único concepto que en realidad abarca a todos y no excluye absolutamente a nadie, y sin definitivamente ninguna coacción; y plantea como único principio universal—esto es, para ser cumplido por todos los hombres—el llamado “principio de no-agresión”; es decir, no agredir, no a la violencia: no hacerle a los demás lo que no nos gustaría que nos hicieran a nosotros mismos, la regla de oro, la propiedad de uno mismo y el derecho a decidir, es decir, la propia soberanía individual, la libertad verdadera; recordar pues, que el derecho de uno mismo, termina cuando comienzan los de los demás, considerando al otro, de la misma forma en que uno se considera a sí mismo.
Así pues, tenemos que la panarquía parte del individualismo, el anarquismo y económicamente, del capitalismo, pero luego, abarca también a los colectivistas, totalitarios y socialistas, puesto que las personas por libre voluntad pueden decidir a qué grupo quieren seguir, si es que desean seguir a algún grupo. En la sociedad panárquica, todo puede llegar a ser legalmente permitido, siempre y cuando se cumpla la única regla o máxima ley: “no agredir” o “no ejercer violencia”, que traducido en términos cristianos es el Máximo Mandamiento de Dios: “Ama a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”. Esto, que es un principio cristiano, en realidad, lo es también de todas las demás religiones que buscan el bien de todos, incluso de paganos, que bien pueden sustituir “Dios” por “dioses”, o asimismo también de los irreligiosos, que bien pueden sustituir “Dios” por “el bien”; y luego viene la segunda parte de la premisa, que no es ni más ni menos que la mencionada regla de oro: “ama al prójimo como a ti mismo”, aún en que no estés de acuerdo con él.
Entonces, si tú por ejemplo eres comunista y tu vecino es un fascista, no importa, “ámalo” igual, aunque lo “odies” ideológicamente. Ámalo en el sentido de lo que es como persona, en este caso, tu vecino; y con “amar” nos referimos explícitamente a “no agredir” y a no ejercer la violencia con el vecino, sólo porque no estás de acuerdo con sus creencias. La política es lo mismo que la religión: porque uno sea cristiano y el vecino musulmán, eso no significa que tengamos que salir a cortar cabezas de lo que no son de nuestra religión. Con la política debería suceder lo mismo. Es absurdo pelearnos y matarnos entre nosotros, todos seres humanos, por ideas políticas. Así entonces, la panarquía ideada por el gran Puydt se nos presenta como la verdadera tolerancia entre todas las ideologías políticas, con sus respectivas formas de gobierno o de no-gobierno. Todas las formas son igualmente válidas: desde la monarquía más autoritaria, pasando por el comunismo, el fascismo, las diversas formas de república y democracias moderadas, hasta las formas más libertarias y anárquicas. Al final, cada persona entenderá que el Dios en que ellos creen, los va a juzgar; y todos sabemos que el juicio es individual, no colectivo, ¿entonces de qué nos sirve pretender imponer nuestras ideas a los demás? Vive y deja vivir, haz y deja hacer, ese es el lema del pensamiento libertario.

Pero más allá de las muy buenas ideas de Puydt, el artículo de Manny Edwards, por ejemplo, es muy bueno para el punto de vista de los conservadores que deben ser libertarios, no estatistas o socialistas; en otras palabras, lo bueno no es nunca el nacional-socialismo, sino el nacional-capitalismo, para el caso de nosotros los conservadores, que suscribimos también al panarquismo, como todo el mundo debería suscribirlo, porque la panarquía no excluye a nadie, aunque tampoco es colectivista; por el contrario, es individualista, exceptuándose quizás, para aquellos que de forma voluntaria, explícitamente deseen suscribirse a una asociación política de índole colectivista o socialista.  
Una asociación política o también llamada congregación política, es una agrupación voluntaria de personas que se afilian, con intereses comunes; y a estas organizaciones se les puede llamar también micronaciones, si se las ve, desde el punto de vista nacionalista. Para aquellos que no son nacionalistas, las pueden llamar simplemente asociaciones políticas o con otro nombre, pero son básicamente con la misma esencia jurídica. Nosotros aquí desde CELTIC, tenemos nuestra propia micronación, que es una asociación política de ciudadanos voluntarios, que tenemos nuestras ideas propias, que son conservadoras y capitalistas.
Por eso recordemos que nosotros los célticos somos conservadores, pero libertarios, no estatistas; precisamente, porque defendemos la economía de mercado libre.